Monday, June 11, 2018

La historia: identidad nacional

 Los últimos 10-15 años ha ido ocurriendo un progresivo y cada vez mayor cambio en la cultura del dominicano, sometido a un alto nivel de exposición a letreros, frases y costumbres ajenas a su identidad nacional, sobre todo en idioma inglés. Este fenómeno se ha acrecentado en el último quinquenio.

Siendo como es República Dominicana un país que tiene como horizonte fundamental de su economía el turismo, no debería llamar la atención el hecho de ver vallas y letreros en otro idioma. Sin embargo, en otros países que igualmente viven del turismo, no se observa semejante fenómeno, sobre todo en zonas por donde no es muy popular para los turistas.
 Si bien el uso de otros idiomas, incluido el inglés, es imprescindible en el mundo de hoy, globalizado, no es menos cierto que su abuso afecta el buen uso de la lengua natal y de la cultura.

El poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, escribió en El lenguaje: “En el libro XIII de los Anales, Tzu-Lu pregunta a Confucio: “Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje. No sabemos en dónde empieza el mal, si en las palabras o en las cosas, pero cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el sentido de nuestros actos y de nuestras obras también es inseguro”.

 En otro ambiente, las élites económicas tienden a absorber todo lo foráneo, fundamentalmente lo norteamericano. Es casi un sello de identidad de clase. Y como este sector es el que tiene mayor visibilidad mediática y social, creemos que todos, por ejemplo, celebran Thankgivins. Es una parte tan ínfima de la sociedad dominicana que recuerda ese día, que eso no afecta la tradición cultural nuestra. Los millones de pobres, la clase media baja y la clase media alta, incluso (esta última siempre está a la caza de lo que consumen las élites), no entienden bien eso de Thankgivins. Yo puedo celebrarlo cualquier día en el año, pues me gusta el pavo con cramberry y puré de batata, y mi tía prepara un flan de auyama riquísimo. Pero, el Thankgivins, a mi en particular no me dice nada.

El Black Friday ha tomado auge porque las clases menos pudientes encuentran forma de acceder a bienes temporales a buen precio. Y eso no está mal, salvo que los que ofertan jueguen limpio y no engañen al consumidor y de que se le llame Viernes Negro y no Black Friday.

En fin, la globalización debiera tener controles, pero no nos animemos mucho con estos diques que al fin terminarán imponiéndose, aunque sea solo en las élites y en las clases que siguen a pie juntillas los dictados de aquella. Por eso, cualquier política cultural debe propender al desarrollo de la cultura popular, a las manifestaciones que se forman en las raíces del pueblo. Es la única garantía que tenemos de que no se nos muera la identidad, la tradición, y sigamos todos haciendo el performance de las importaciones culturales. De las malas y de las buenas.

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