Datos interesantes
Una
de las instituciones más importantes del Estado dominicano y, sin embargo, tal
vez la menos estudiada académicamente, ha sido la del alcalde pedáneo.
Esta institución existe en la
administración pública española en donde los alcaldes pedáneos son aquellos
funcionarios locales de menor jerarquía que tienen a su cargo el gobierno de
las pedanías municipales.
En España las pedanías equivalen a las
secciones provinciales dominicanas. Los españoles las definen como
"entidades de ámbito territorial inferior al municipio" o :
"entidades sub-municipales", esto es, "núcleos de pequeño tamaño
de población generalmente rural".
Por su nombre y funciones, la República
Dominicana parece haber heredado esta institución de los españoles, pero en
Haití también existieron, y existen, estos funcionarios, aunque con otro
nombre, desde los días revolucionarios de Toussaint Louverture. Allí, al
funcionario local que ejerce el poder político en las comunidades rurales, se
le conoce con el nombre de "chef de section" (jefe de sección).
Entonces, las funciones de los
"chefs de section" fueron encargadas a los alcaldes pedáneos, con la
diferencia de que éstos, los dominicanos, fueron en su mayoría civiles, no
militares, y sus funciones fueron más políticas y policiales que económicas,
como había sido el caso haitiano.
Sin embargo, como los dominicanos
tuvieron que construir su nuevo Estado mientras libraban una guerra de
independencia contra los haitianos, los alcaldes pedáneos fueron encargados de
auxiliar a las fuerzas armadas nacionales asistiendo a sus comandantes en
tareas logísticas y de reclutamiento de combatientes.
Así, desde el principio de la República
Dominicana, los alcaldes pedáneos quedaron subordinados al poder militar,
aunque dependían directamente del gobernador provincial, pero como durante
muchos años los gobernadores ejercían simultáneamente funciones políticas y
militares (se les llamaba Gobernador Político y Militar), los alcaldes no
pudieron escapar a la influencia militar y eran considerados como accesorios
del poder militar, aunque sus funciones fuesen constitucionalmente políticas.
Esto se hizo más claro durante la Era de
Trujillo cuando los alcaldes pedáneos sufrieron un proceso de subordinación
ante la abrumadora presencia militar en casi todos los órdenes de la vida
dominicana. Aun cuando los alcaldes dependían de los gobernadores, y éstos eran
figuras notables del Partido Dominicano, en las cabeceras provinciales los
gobernadores debían compartir el poder político con los comandantes militares.
Era común entonces que las patrullas
militares que deambulaban por los campos pidiendo cédulas de identidad y carnés
de membresía del Partido Dominicano tuviesen más poder coyuntural que los
alcaldes pedáneos, a pesar de ser éstos la autoridad social legítima en las
secciones y comunes rurales.
Las patrullas militares, sin embargo,
cuidaban de no deslegitimar el poder social de los alcaldes pedáneos pues éstos
servían al régimen como intermediarios funcionales entre el Estado y las
comunidades rurales.
Además, como estaba claramente
establecido que su autoridad derivaba de la delegación directa del gobernador provincial,
y la de éste del Dictador por vía directa o a través del Secretario de Estado
de Interior y Policía, los alcaldes pedáneos eran ampliamente respetados ya
fuese por su propio liderazgo o porque tenían la potestad de ejercer el poder
represivo del Estado.
En los casi cincuenta años que han
transcurrido desde la caída de la Dictadura la sociedad dominicana ha
experimentado muchísimos cambios que afectaron la estabilidad y la existencia
de la institución del alcalde pedáneo.
Entre los cambios más decisivos se
encuentra la revolución de las comunicaciones que ha vivido el país,
concomitantemente con el desarrollo de los partidos políticos y la proliferación
de organizaciones populares, instituciones sin fines de lucro y grupos
religiosos que ahora interactúan directamente con las comunidades sin necesidad
de la intermediación de los alcaldes pedáneos.
Todas esas instituciones, más el mismo
gobierno nacional por vía de sus ministerios, direcciones generales y otras
agencias, terminaron socavando el poder y las funciones de los alcaldes
pedáneos, convirtiendo esta institución en una estructura superflua dentro del
Estado dominicano.
La democratización política y la
pluralización institucional erosionaron de tal manera la autoridad de los
alcaldes que los hicieron irrelevantes, pero hay que reconocer que durante casi
150 años esa institución tuvo una funcionalidad muy significativa que es
necesario estudiar para entender el funcionamiento político de la vida rural
dominicana.
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